La ciencia, mediante el reloj del apocalipsis o el reloj del fin del mundo, deja claro el tiempo que al ser humano le queda sobre la Tierra… y no es mucho. La conciencia general de que el tiempo se nos acaba, que apenas existe margen de maniobra para evitar la debacle definitiva, se ha extendido por cada rincón de este mundo como si de una película de Hollywood se tratara.
El horror del fin de la vida en la Tierra por el mal uso que el hombre ha hecho sobre sus recursos crece. Pero, ni aun así, la inmensa mayoría de los seres humanos mueve un dedo. El terror que nos paraliza crece inevitable, la creencia cierta de no existir futuro, de la inutilidad de cualquier acción se ha tomado como la única realidad.
El reloj del fin del mundo creado por científicos de todo el mundo nos recuerda que aún hay tiempo.
Las sociedades humanas occidentales han aceptado el absurdo principio de la imposibilidad de una alternativa, el caos proporcionado por el capitalismo salvaje ha sido y es imposible de esquivar. Preferimos un fin del mundo en comunidad frente al televisor y con aire acondicionado que un cambio de paradigma en el sistema económico que nos salve de la catástrofe. Un absurdo que encapsula a la civilización y nos empuja irremediablemente al abismo.
¿Qué es el reloj del apocalipsis?
El temor a un desastre ecológico que acabe con la vida de la mayoría de las especies va a cumplir un siglo. Desde que se levantaran las primeras voces de advertencia, poco o nada se ha hecho para evitarlo.
El grupo de científicos, los responsables de la decisión, son el Consejo de Ciencia y Seguridad del Boletín junto con el Consejo de Patrocinadores que cuenta con 13 premios Nóbel. Desde sus diferentes campos de estudio han llevado a cabo un trabajo de análisis que ha dado como resultado una medición bastante exacta del tiempo que La Tierra va a poder seguir manteniendo la tremenda presión que soporta de la raza humana.
La clase científica se han puesto de acuerdo en la creación del llamado reloj del apocalipsis para medir los días que nos quedan. La ciencia avisa, advierte, recuerda la urgencia, pero las sociedades humanas no reaccionan lo suficientemente rápido.
El también conocido como Reloj del Juicio Final (Doomsday Clock), es un reloj simbólico, que desde 1947 y bajo la junta directiva del Bulletin of de Atomic Scinetists de la Universidad de Chicago en los Estados Unidos de Norteamérica usa la analogía humana de …a minutos antes de la medianoche. En este reloj, la medianoche representa el colapso total, la destrucción y aniquilación de la humanidad.
En un principio fue creado como aviso ante el temor de una guerra termonuclear, pero un peligro más cierto y cercano es en estos momentos el cambio climático y sus consecuencias.
La secuencia de los últimos años
Durante la segunda mitad del siglo XX, el reloj del fin del mundo pasó por momentos muy críticos, que llegaban a colocar su minutero a dos minutos del desastre. La guerra fría era quien movía este cronometro según las relaciones entre los líderes soviéticos o norteamericanos eran mejor o peor.
En los últimos años, el movimiento no se ha debido tanto al temor nuclear como al resurgimiento de políticas fascistas (llegada de Trump al poder) y al cambio climático y deterioro de los ecosistemas naturales.
Después de un tiempo parado en las 23:57, en el 2020 el Boletín de Científicos Atómicos advirtió de que la humanidad nunca ha estado tan cerca de la autodestrucción. Aseguran que “la situación de seguridad internacional ahora es más peligrosa que nunca, incluso peor que en el apogeo de la Guerra Fría”.
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Nada mejora en la humanidad
La especie humana continúa afrontando dos de los mayores peligros posibles y, además, al mismo tiempo: la guerra nuclear y el cambio climático. Dos elementos agravados por un sinfín de amenazas. En el presente 2021, el reloj se mantiene a cien segundos del fin del mundo en las 23:58:20. Una medida que es la más cercana de la medianoche que nunca se ha estado en cualquier otro momento de la historia.
Los motivos fundamentales son el deterioro medioambiental y la vacunación en masa contra el COVID-19, con un riesgo importante de mutaciones del SARS-CoV-2, debido precisamente a la pérdida de biodiversidad en los ecosistemas (aquí se explica esto). Pero, también, la vuelta a la modernización de los arsenales nucleares a nivel mundial. Sobre todo el anuncio de renovación del tratado de desarme nuclear entre Rusia y Estados Unidos.
El riesgo ecológico en el reloj del apocalipsis se incluyó en el 2007. Los motivos fueron los peligros asociados al cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación atmosférica, la pérdida de ozono, la acumulación de plásticos… En ese año se comenzaría a demandar una respuesta urgente e inmediata que, a día de hoy, continúa sin recibir la respuesta necesaria. La manecilla del reloj, por tanto, no ha dejado de acercarse, inexorablemente, al punto de no retorno.
¿Cuál es la fecha exacta para el fin del mundo según el reloj del apocalipsis?
El temor al desastre lleva a preguntarse cuál es la fecha exacta, que dice este reloj en este sentido, se demanda una respuesta sobre el año, el día y si es posible a qué hora se acabará el mundo. Pero, esto no funciona así.
La organización que lleva a cabo su mantenimiento lo ha dicho siempre; solo tratan de alertar del peligro. Llevan 70 años con apenas 3 minutos para el fin del mundo y aquí estamos. Y es que, no hay forma empírica de saber cuántas semanas, meses o años representa cada segundo de este reloj. Las medidas que se utilizan no son cuantificables, no existen puntos de referencia, ni de manera aproximada, para entender el tiempo que marca.
En palabras de Anders Sandberg, investigador de la Universidad de Oxford, las medidas usadas no son de tiempo, ni de probabilidad, ni siquiera de distancia, se trataría, en todo caso, de una forma de cuantificar la necesidad de actuar. Es un reflejo del nivel de preocupación existente por un riesgo real y tangible que se viene padeciendo.
Existen otros medios, si se quiere saber con exactitud el tiempo que le queda al planeta, como, por ejemplo, los 30 años que marca la ONU. El informe que dará por concluida la vida en la Tierra, en este caso, será por haberse derretido la capa de hielo del Ártico, lo que producirá un aumento exponencial de los desiertos, la muerte de todo ser vivo por la mala calidad del aire y el aumento de la temperatura de 2 a 5 grados, lo que la hará del todo inhabitable.
¿Por qué no se hace nada para parar el reloj de la extinción?
Es posible que después de que tantos profetas y videntes señalaran fechas concretas de la llegada del apocalipsis, la gente haya dejado de creer que realmente este final tenga lugar. Aunque, ahora, la diferencia se localiza en que no son fanáticos religiosos o gente iluminada que, sin base alguna, lanzaban augurios sin sentido. Ahora, en este caso, el aviso viene de la gente más preparada, del mundo científico y, curiosamente, es cuando menos repercusión está teniendo.
Por otro lado, lo más probable sea el sistema de vida que llevamos, consumista y civilizado , que no queremos cambiar, aunque eso signifique la aniquilación. En este sentido, preferimos cubrirnos con el suave manto de la incredulidad, echarnos sobre el agradable colchón de la ignorancia. Un colchón sobre una cama que es sostenido por cuatro jinetes apocalípticos del silencio y de la mentira, que son los que realmente mantienen al mundo inactivo.
Estos cuatro elementos del cataclismo se han puesto de acuerdo para que todo ocurra sin remisión; la política, los medios de comunicación y los poderes económicos y religiosos prefieren que todo se hunda antes de perder uno solo de sus privilegios.
Por cualquiera de estas cuatro vías, la información nos llega tergiversada, incompleta, tarde… o saturada, sin saber a qué voz escuchar. Ante tantas versiones, la mayoría de la gente prefiere callarse y aguantar. Prefieren esperar y que no les afecten los cambios, que nada sea tan dramático como lo pintan algunos. Puede, tal vez, que una divinidad o los extraterrestres nos salven en el último momento.
¿Qué hacer para frenar el paso del tiempo en el reloj del fin del mundo?
En el fondo todos sabemos que esto no va a ser así, que ningún tipo de milagro o personaje fantástico va a venir en ayudarnos. Tampoco lo harán los políticos o aquellos que tienen poder. La solución, detener el tiempo del horario del fin del mundo, solo puede venir de nuestras propias manos, del activismo inmediato de todos y cada uno de nosotros. No hay que plantearse por qué los demás no hacen nada, sino por qué yo no estoy haciendo todo lo posible.
Para frenar el paso de los 200 segundos que aún nos quedan hay que informarse y actuar en consecuencia, sin miedos ni complejos. Hay muchos medios, asociaciones, organizaciones… solo levántate y actúa, el tiempo de ver televisión y esperar que otros lo solucionen se acaba. Todo depende solo y exclusivamente de ti, de nosotros.
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