Las bolsas ecológicas se presentan como una de las soluciones a implementar en los métodos de consumo humanos para reducir el enorme impacto medioambiental que el plástico está teniendo en la naturaleza. Según datos ofrecidos por la organización ecologista Greenpeace, nada menos que 12 millones de toneladas de basura llegan anualmente al mar. Su creciente producción y uso está amenazando seriamente la contaminación de cada rincón de nuestro preciado planeta.
Aunque, como suele ocurrir, siempre que nos enfrentamos a un problema medioambiental, es la capacidad del ser humano para cambiar el primer gran escollo a superar. Ya sea por costumbre, falta de información, desgana, apatía, poca confianza en el cambio… aunque existan fórmulas para mejorar la situación, como el uso de la bolsa camiseta tradicional con plástico reciclado, una de las más eficaces para beneficiar a la naturaleza y con menor impacto en el modo de vida de las personas. Si no se actúa de forma individual para favorecer la comunidad, pocos cambios y poca efectividad podrá lograrse.
Para participar en este cambio necesario y urgente, desde ecoaldia vamos a ofrecer información interesante y útil. Y es que existen alternativas a las bolsas de plásticos tradicionales que deberían ser utilizadas desde ahora mismo.
Bolsas ecológicas y otras alternativas a las bolsas de plástico
Afortunadamente, sí existen opciones sencillas y comunes en las que el consumidor puede actuar en beneficio del planeta al hacer la compra. Es en la cesta diaria donde más bolsas de plástico se utilizan, las bolsas que se dispensan en estos lugares generalmente tienen 3 usos y se tiran. Es aquí donde se hace necesario comenzar a implementar otras fórmulas menos contaminantes.
Tan sencillo como usar bolsas de plástico recicladas como las que se presentan en envanature.com, o aquellas de rafia que en comparación sería como usar 125 veces una de plástico al tener más de 50 usos garantizados. De hecho, si se cuidan bien, pueden llegar a durar hasta 5 años.
Otras alternativas cada vez más comunes por personas concienciadas con el problema de los plásticos son el uso de la bolsa de tela ecológica con 8 años de vida mínima. También son opciones aconsejadas la mochila, que tiene una longevidad media de 10 años, o el práctico carrito de la compra, con 15 de duración.
Aunque las mejores apuestas se reparten entre las bolsas elaboradas de tela con materiales naturales, como el yute, el coco o el algodón ecológico, y el Capazo. Es este último objeto el más aconsejado, ya que, además de estar fabricado de materiales como cáñamo, el mimbre o la palma natural, su duración es prácticamente ilimitada, no en vano se han encontrado capazos perfectamente conservados en tumbas egipcias.
Políticas de restricción al plástico de un solo uso
El uso de las bolsas de plástico llegó a reducirse en un 80% desde que empezaron a cobrarse, sin embargo, aún siguen siendo muy utilizadas.
Con el uso de bolsas ecológicas, recicladas o fabricadas con productos naturales, la ciudadanía ya puede colaborar, reduciendo o al menos no incrementando la basura plástica. Sin embargo, son los gobiernos y las empresas las que deben de actuar para ejercer un cambio visible en este problema global.
En este sentido, la Unión Europea ya está dando los primeros pasos para combatir la contaminación plástica. Para empezar, la prohibición de comercializarse los objetos de plástico de un solo uso. Los platos, los cubiertos, los palos para globos, las pajitas, los bastoncillos… ya no pueden venderse en los estados miembros desde el pasado 3 de julio de 2021. Así mismo, otros objetos fabricados con poliestireno expandido, como algunos envases para alimentos y vasos, y aquellos que estén hechos de plástico oxo-degradable también quedarán bajo esta misma aplicación.
Se trata, con esta medida, de reducir ese 80% de la basura marina correspondiente a plásticos que se acumulan en todos los mares y océanos del mundo. Unas cantidades que son peligrosas también por su fácil dispersión y su muy lento proceso de degradación. Sin embargo, los más perjudiciales son, precisamente, los microplásticos (fragmentos inferiores a los 5 mm) presentes en productos de limpieza e higiene que actúan como exfoliantes. Un tema que se tratará más adelante, con otro artículo, en esta misma web.
Papel o plástico
Una duda bastante común para aquellos que quieren aportar su grano de arena en la descontaminación de los mares es si el papel es un buen sustituto. Esta pregunta está bien planteada, pues, aunque es biodegradable y evitará el incremento de basura, la fabricación de bolsas de papel tiene otro tipo de problemas medioambientales aparejados que merecen contemplarse.
Antes de tomar una decisión que, a priori parece bastante clara, hay que saber que para fabricar una sola bolsa de papel se necesita cuatro veces más de energía que la que requiere una de plástico. Por otro lado, como cabe suponer, se deberán talar árboles y, si no se regeneran, se estará cometiendo otro error medioambiental gravísimo. Así mismo, el papel pesa mucho más, por lo que el consumo y coste de la energía utilizada para su transporte también es más elevado, al igual que la contaminación que se produce en los traslados.
Por último, también es menos reutilizable, para que fueran funcionales deberían de usarse al menos tres veces, algo que pocas veces ocurre, ya que es muy fácil que se mojen, se rasguen o se rompan. La durabilidad es muy inferior, por lo que en los lugares que están al mismo precio, es normal que el cliente decida coger las de plástico.
La duda queda en suspenso. Solo si el papel utilizado es reciclado o proveniente de productos de desecho como la piel de patata y su resistencia aceptable, merecerá la pena esta sustitución.