El Antropoceno es un término que, actualmente, resuena por todas partes. Ha sido propuesto por la comunidad científica para describir una nueva época geológica en la historia de la Tierra, caracterizada por la influencia dominante de la actividad humana en los sistemas terrestres y ambientales del planeta.
La palabra «Antropoceno» proviene de las griegas «anthropos» (ser humano) y «kainos» (nuevo, reciente). Esto tendría una traducción parecida a la «época del nuevo ser humano», aunque se está haciendo popular por el concepto de nueva era geológica impulsada por la especie humana.
Esta impaciente y destructiva Edad de los Humanos, como se ha terminado por llamar, ha puesto en común a la inmensa mayoría de los científicos al confirmarse un cambio real, dando por terminada la era del Holoceno con algo más de 11000 años de historia.
El debate sobre el Antropoceno está servido
Se trata de un concepto pasado en la idea de que los seres humanos han tenido un impacto significativo en la geología, la ecología y el clima de la Tierra a través de diversas actividades prolongadas en el tiempo. La industrialización, la agricultura intensiva, la deforestación, la extracción de recursos naturales, la contaminación y el cambio climático son solo algunas de ellas.
En este sentido, se argumenta que este impacto humano es tan profundo que merece ser reconocido como una época geológica separada, independiente, con una repercusión sobre La Tierra de tal magnitud que ha determinado un nuevo paradigma y destino para sus habitantes y sus ecosistemas.
En cualquier caso, el debate sobre la formalización del Antropoceno como una época geológica oficial todavía está en curso en la comunidad científica y entre los organismos encargados de la estratigrafía geológica.
La propuesta implica definir un marcador geológico global que indique claramente el inicio de esta época, que no está del todo aceptado. Se argumentan ejemplos como la capa de sedimentos que contiene evidencia de la actividad humana a nivel planetario, el aumento de los niveles de carbono en la atmósfera o la abusiva presencia de materiales sintéticos como el plástico, aunque una de las pruebas más determinantes es la remodelación del paisaje global propiciada por la agricultura intensiva a gran escala.
Independientemente de su estatus oficial como época geológica, el concepto del Antropoceno destaca la relevancia de la actitud humana sobre la superficie planetaria. Enfoca la responsabilidad que tenemos como especie en la gestión de los recursos naturales y en la mitigación de los impactos ambientales para preservar la salud del planeta y la vida en la Tierra.
Una época de cambios
Aunque expertos como Colin Waters, del British Geological Survey y secretario del Grupo de Trabajo Antropoceno (AWG), dijesen, tras presentar un informe en el 35 Congreso Internacional de Geología en Sudáfrica, que no cabía duda en cuanto a esta nueva era, no las tiene todas consigo. El conflicto se establece en cambiar lo que habitualmente se conocía como era geológica por una era donde el protagonismo recae en el medio ambiente.
¿Los científicos se preguntan si ha llegado el momento de dar por terminada la época actual, conocida como Holoceno (que se inició hace 11.700 años), y comenzar a llamar al período en que vivimos, definido por la huella que ejerce el hombre sobre el planeta, con un nombre nuevo?
Probamente sí, pero el marco usado para definirlo podría tener consecuencias de tipo práctico y legal. Las relaciones entre el mar y la tierra, o la naturaleza del océano, están cambiando y las leyes tendrán que adaptarse para incorporar esos cambios crecientes.
Efectos del Antropoceno
Los efectos más inmediatos pueden apreciarse claramente a día de hoy con solo abrir la ventana de cada casa. El calentamiento global causado por las emisiones de gases de efecto invernadero y su efecto climático, transformándolo, es uno de los más visibles.
Los fenómenos derivados de esta situación serán cada vez más frecuentes e intensos. Los más inmediatos serán la descongelación de los hielos polares y los glaciales, con el incremento del nivel del mar y su inevitable daño a las poblaciones isleñas y costeras alrededor del mundo como primera consecuencia. Esto produciría migraciones masivas de refugiados climáticos.
Por otro lado, la falta de lluvias daría pie a una enorme falta de recursos hídricos, que traerían desertificación de los suelos y escasez de agua potable, tanto para los humanos como para los animales.
Una consecuencia más que traería el aumento de las temperaturas sería la intensificación de los incendios en las masas de vegetación, elevándose la cuantía de los daños y la frecuencia de casos. Sin embargo, también, se producirían inundaciones por el efecto de tormentas repentinas y abundantes, catastróficas según el punto donde tengan lugar. Los huracanes no se quedarían atrás, entrando en acción con mayor capacidad destructiva y, de nuevo, con menores periodos de tiempo entre unos y otros.
Por otro lado, no habría que olvidar la destrucción de las barreras de coral, afectando con ello la biodiversidad marina. Las extinciones masivas de especies serían algo habitual por su incapacidad de adaptarse de manera tan urgente. En este sentido, el impacto sobre la biodiversidad y las cadenas alimentarias o tróficas sería catastrófico. Las sequías, las inundaciones, y el descontrol climático traería un último resultado, la pérdida de cosechas y la llegada de hambrunas globales.