Un aislamiento y cuarentena a medida puede ser parte de la solución al deterioro constante que sufre la naturaleza y los ecosistemas.
El encierro al que nos ha obligado la pandemia del coronavirus ha dejado algunas cosas claras.
¿Qué hemos aprendido de la pandemia?
Por una parte a percibir como el verdadero virus al ser humano, por otra que la naturaleza tiene un enorme poder para regenerarse. Pero, también que las personas somos capaces de ponernos de acuerdo en algo a nivel global, y que la tierra necesita liberarse de la presión que ejercen los humanos en los entornos naturales, al menos durante algunos periodos de tiempo. La naturaleza también se merecer unas vacaciones de las personas.
A raíz de estas conclusiones voy a proponer algo que es, sin lugar a dudas, una locura. Algo que no se llevará a cabo jamás, pero que podría ser un sistema muy eficaz para aflojar la cuerda que asfixia al planeta, además, de ofrecer otras ventajas.
¿Un aislamiento y cuarentena voluntaria?
La reclusión a la que nos forzó la pandemia nos demostró entre otras verdades, arriba ya citadas, que somos capaces de quedarnos en casa. Que el sistema soporta bien esta inacción y que un aislamiento y cuarentena a medida para las personas le viene pero que muy bien a la naturaleza.
¿Qué tal si extendemos esta acción a una semana cada dos meses o a un mes al año? ¿Suena extraño verdad? Pero solo piénsenlo durante un minuto.
De este modo, bajaremos los niveles de contaminación dando espacio a la recuperación de los niveles saludables del aire. Pero también podremos estar y disfrutar durante una semana de nuestros seres queridos.
Podremos dedicarnos a fumar en una cachimba o a meditar, a ejercitarnos, a pensar, a jugar, a leer… No parece una mala idea dedicar solo una semana cada dos meses a ser conscientes del mundo que nos rodea y echarle un cable a un planeta cada vez más necesitado de vacaciones humanas.
Ahora salimos a terrazas y balcones y respiramos un aire limpio y saludable. Es esto un hecho que no ocurría desde que éramos niños y que las generaciones actuales no conocen salvo cuando salen a la montaña o al mar.
Aprovechemos esta lección de humildad que nos da la naturaleza. Cojamos esta costumbre, no como un encierro, sino como una oportunidad, un descanso. Y, sobre todo, una ayuda a un mundo cada vez más saturado de contaminación.
El sistema lo soportará y lo agradecerá, la calidad de vida aumentará, serán seis semanas de vacaciones al año, reduciendo el consumo desorbitado que tanto daño hace al mundo. En definitiva, un respiro constante que todos los seres de este planeta necesitan.
Y cuando salgamos, ¿por qué no aprovechar y plantar un árbol, e incidir entre todos en el cambio de conciencia que la humanidad en su conjunto necesita urgentemente?
¿Qué os a parecido esta idea tan original? ¿Se podría llevar a cabo? ¿Sería posible que algunos activistas la siguiera?
Déjanos tu opinión.
La idea es buena para la naturaleza pero como bien dices jamas se llevaria a termino por razones obvias.
Gracias por el comentario, sí nunca se llevará a término, es una pena.
La idea no es mala, pero creo que no es la solución para que el ser humano llegue a tener una relación metabólica y de respeto con la naturaleza en la que vive.
Creo que esta medida aliviaría en cierto grado el impacto del ser humano en el medio ambiente durante períodos puntuales, ciertamente, y sería beneficioso sin duda. Pero debido a la filosofía del sistema en el que vivimos no sería suficiente. Muy probablemente se aumentaría la intensidad de la producción y el consumo en los períodos de actividad para intentar recuperar los “beneficios económicos no ganados” y producir stock durante las cuarentenas. Y aunque esto no sucediera así, podríamos, como mucho, ralentizar a corto plazo el desastre al que el sistema capitalista nos está llevando, pero no dejaríamos de caminar, a medio-largo plazo, inexorablemente hacia dicho desastre.
Como dijo en el año 2000 el premio Nobel de Química Paul Crutzen la influencia del comportamiento humano sobre la Tierra en las últimas centurias ha llegado a constituir una nueva era geológica, a la que llamó período Antropoceno. Esto supone cambios de tal magnitud que estamos transformando la biosfera (de forma negativa para nosotros mismos, evidentemente). La extinción de especies, por ejemplo, sucede a un ritmo tan vertiginoso que sólo se había dado antes algo comparable en 5 ocasiones, en toda la historia de la vida en la Tierra. Esto significa que en 3000 millones de años ha habido 5 grandes períodos de extinción de especies, cambiando significativamente la vida sobre el planeta, y que el ser humano está provocando el sexto período de extinción.
En definitiva, son problemas muy graves los que el ser humano ha generado, y sigue generando. Contaminación, cambio climático o agotamiento de recursos, por citar algunos, para mantener un modo de vida “privilegiado” en algunas zonas del Planeta, que no puede sostenerse en el tiempo. Y esto sin mencionar otros problemas de índole moral y justicia social, como el de que los países ricos expolien a los países pobres.
Así que, en mi opinión, el problema es un problema de idiosincrasia de fondo, de prioridades, de modo de ser y estar en el mundo, de relación y organización social, de cómo producimos y consumimos, en fin, de cómo nos creemos los dueños de todo.
Por ello, este sistema capitalista en el que vivimos es incompatible con una relación metabólica y de respeto entre ser humano y naturaleza. Porque el ADN del capitalismo se fundamenta en la competitividad entre agentes individuales, en llevar al mercado cualquier posible nicho de negocio rentable económicamente y en la depredación de cualquier recurso posible para sacar ventaja. Por tanto, habría que desmentir los mismos cimientos del sistema, aquellas máximas smithcianas sobre una mano invisible (el mercado) que todo lo regula de justa manera, o que la búsqueda del beneficio individual y egoísta redunde en el bien general. A la vista está que no es así.
En fin, creo que con la medida propuesta no sería suficiente y que el cambio que se requiere en el comportamiento humano para enmendar todo esto es un cambio radical de sistema.
Gracias por este comentario, ha sido un placer leerte Francisco Javier